martes, 29 de julio de 2014

el bosque y sus adentros


el
imaginación
rebalsa,

g
o
t


g
o
t
a

alucina

que agota
la nota,

¡ojota!

el pensamiento,
no se agota...

ni el silencio,
ni la oscuridad

ni la voluntad
de bucear

el dinamismo
de los acontecimientos....


allí mismo,

en el abismo
de su dinamismo,

la imaginación
despliega 
una escena

que nace
de su propio

miedo
a extinguirse,


entonces
se manifiesta 
esencialmente
memoriosa...:

sueña 
con su
familia

caminando 
en un bosque

(es de
infancia)

porta
la cantimplora..

su tía
le pide

un poquito
de agua

y ella
le da...

son sonidos
de grillos

enlazados
con hojas
al viento,

matices 
de verdes

en luz 
y sombra,

son juegos
tallados

en el alma
familiar,

en las 
discretas
fantasías

del bosque
y sus adentros..
 

el fluído
de la experiencia
 abre un cauce 

en el 
que cohabitan

el caos, 
la armonía, 

y,

ahí,

como 
queriendo
restaurar

el equilibrio
polar,

la poesía..

en esta
proyección,

que compone
la realidad

parecida 
a un licuado,

disgregar,
romper,
separar

es principio
inferior,

pifiada
anunciada,

tarea
imposible,

indigna,
inadmisible

para con 
uno mismo...

más bien
si uno beneficia
el dinamismo

atiende
al sentido
recíproco,

lúdico,
complementario,

el mundo 
mismo

le va otorgando
los tesoros

del cauce 
primordial,

que 
se expresa

como una ola
afectiva

de arriba
para abajo,

de abajo
para arriba...

si no 
estuvieran
integrados 
los átomos,

no podrían
estar integrados
los planetas...

de lo ínfimo
a lo infinito

todo 
está escrito

como una conjunción
inescindible...

cada mirada
de reojo,

cada cerrojo
al corazón,

resulta 
ser incomprensión

de una ley 
fundamental...

el amor
todopoderoso

tiene la gracia
de cohesionar

la pluriforme
realidad

y hacer
de ella
una marea

que muta su
estado de ánimo

espejándose
en el cielo...

el amor
tajea el velo,

se 
expande,

hasta 
regarlo 
todo

de una íntima
verdad...