lunes, 7 de junio de 2010

Domingo en el parque

Parece que llovió, sabemos no, pasamos la tarde en el balcón charlando. Los regadores arrancaron solos nos cuenta una señora, al fondo todavía quedan algunos por domar. Los charcos generan espejos de un espacio brilloso, lo extienden para abajo. En el camino de ladrillos dibujado, hay unas cuantas personas, decenas, que obligan a desbordarlo para continuar. Mitad niños mitad adultos cambiando figuritas del mundial. Completan los planteles, escuditos holograma, estadios, mascota, copa, no sé qué otra cosa pero seguro hay más, siempre hay más detalles adhesivos. Quizá en diez mundiales estén desparramadas en los sobrecitos las casas en las que los jugadores pasaron la infancia, los primeros amores, las posibilidades del futuro inmediato, algunas de sus preocupaciones más salientes. Hay un grandote de tapado que negocia con los nenes como si estuviese definiendo el mercado, los padres desconfían y está bien. Tiene dos pilones y pasa las figuritas usando los dedos gordos nomás. Dice late late late, nunca nola. Seguimos hasta encontrarnos con los regadores difíciles. Dan vueltas, cambian la velocidad y el rumbo aleatoriamente. Esperamos el momento y trotamos, a mí me moja la espalda el último, lo subestimé. Unos metros antes de la reja nos damos vuelta. La situación se desvanece plena. Saludamos cerrando los ojos.

4 comentarios:

Ojaral dijo...

Cada vez escribís mejor, Juan. Te felicito (y me muerdo los codos de envidia, je)
Saludos!

juan poquito dijo...

muchas gracias, amigo esteban. nos vemos pronto, abrazo!

Analía dijo...

Muy lindo, Juan. Si conseguís a Demichellis, Milito, el escudo o a Heinze avisame que Franco no las tiene.
se te extraña

besos!!

juan poquito dijo...

jaja, yo también extraño! qué grande franquito!, las voy a buscar,

besot