sábado, 26 de noviembre de 2011

Constanza y la Revolución

la conozco de chica. del barrio: su casa queda a una cuadra de la mía. tardes y tardes ahí, en la vereda. sencilla y sensible constanza. risible. el adoquinado, los árboles, hasta el sol se salvaban con su carismático andar. el viento la favoreció siempre, haciendo volar su pelo, flamear su ropa, ni más lento ni más rápido que la velocidad ideal...

yo jovencito era una imagen, un discurso, puntual y constante: educado en la escuela de mi padre, hice siempre un culto al comandante. tenía tres remeras iguales, tres boinas iguales, que vestía día y noche, noche y día. la revolución era mi asunto. de más grande, entrando en los 19 años, aflojé. frustrado, viendo testimonios del capital por todos lados, dejé de construirme como siendo con heroico potencial, para pasar a ser siendo ente ahogado en la cápsula del sistema ecosófico filonómico reinante.

la vez en que ella no fue ella, o, más bien, fue una ella solapada, o una ella inadecuada, como una dislocación, fue hace 27 noches: la crucé en el quiosco a eso de las 10. ni bien me vio me encaró y dijo: "quiero hablar con vos, necesito hablar con vos, puede ser ahora, no me importa l a hora, a hora.". dije que sí con un gesto de cabeza y enseguida me extendí en palabras: "dale, cómo no, ¿querés venir a casa? no hay nadie.". dijo que sí con un gesto de cabeza.

cerré la puerta de casa.

- no tolero la desigualdad y quiero hacer algo. no tolero la injusticia, de ningún tipo, en ningún lugar del mundo. no tolero la necedad afectiva de quienes no ven el amor como profundo y eterno guía. tenemos que hacer la revolución. es así. - dijo.

- ¿me hablás en serio?- pregunté.

- ¿a vos qué te parece?

- que sí, pero no sé.

- sí, hablo en serio.


cerré los ojos, orienté mi pensamiento a dios, advertí la contradicción, deconstruí a dios, y, con la voz haciendo eco en las cuevas del sentimiento, creí decir para mis adentros : "habíame resignado por no encontrar caminos, por impotente sentirme frente a la inmensa realidad. habíame resignado, cuando se acerca la niña del barrio, la aurática, y me involucra en su proceso de revelación, en su prematuro proyecto de revolución."


- será prematuro pero es de corazón.- dijo- sí, estabas hablando en voz alta..

- qué verguenza.......

- no te preocupes, estamos en cosas más grandes. pensemos, organicemos y actuemos. nada de gradualismos. esto se hace, si es posible, ahora mismo. paremos este bondi, cambiemos al conductor y que suba todo el mundo. si no puede subir todo el mundo, pues que bajen los pasajeros y el rollo lo armamos en la vereda.

- hagámoslo en la vereda, y ahí serás nuestra líder. un espacio que te pone en sintonía con el cosmos de una forma tan evidente que hasta un jovencito comu yo lo pudo notar..

- basta de piropos que me vine seria. sería conveniente que definamos par cosas.

- dale, ¿cuáles?

- los pasos para hacer la revolución.

- ... nada che.

- ¿cómo nada? tantas mañanas vestido de cubanito, te recuerdo comiendo habanitos, con barbita falsa pegada. ¿cómo nada che?

- ... nada.

- ¿tenés alguna sierra para armar un foco?

- tengo una sierra para cortar madera y unos cuantos focos, de luz, ya armados.

- dani, estoy decepcionada,...

- ya lo creo.... la verdad nunca imaginé tener que enfrentar algo así. no sé cómo se hace. tan solo llevo unos consejos de mi progenitor y unos cuantos fragmentos de discursos de fidel...

- a ver, decite alguno.

- ejm ejjjjm: "A los pueblos muchas veces les hablan de democracia los mismos que la están negando en su propio suelo; a los pueblos les hablan de democracia los mismos que la escarnecen, los mismos que se la niegan y los pueblos no ven más que contradicciones por todas partes. Y por eso nuestros pueblos han perdido, desgraciadamente, la fe. Han perdido la fe, que se hace tan necesaria en instantes como este para salvar al continente para el ideal democrático, mas no para una democracia teórica, no para una democracia de hambre y miseria, no para una democracia bajo el terror y bajo la opresión, sino para una democracia verdadera, con absoluto respeto a la dignidad del hombre, donde prevalezcan todas las libertades humanas bajo un régimen de justicia social, porque los pueblos de América no quieren ni libertad sin pan ni pan sin libertad".

- bravo, ¡bravo!, ¡BRAVO! otro, otro...

- ejm ejjjjjjjm: "No deseamos que la sangre de cubanos y norteamericanos sea derramada en una guerra. No deseamos que un incalculable número de vidas, de personas que pueden ser amistosas, se pierdan en una contienda. Pero jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender ni convicciones tan profundas por las cuales luchar, de tal modo, que prefiere desaparecer de la faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos. Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que éstas sean. Digamos como el Che, cuando se despidió de nosotros: ¡Hasta la Victoria siempre!"


constanza tenía la cara mojada. las lágrimas salían discretas de los ojos.


- ahora decime cuáles son los pasos, dale, aunque los sepas de memoria, después vemos cómo seguimos....

- no sé....


el silencio fue corto pero punzante.


- me voy a ir, dani..., mañana la seguimos.


me paré, se paró, le di un beso en la mejilla, abrí la puerta para que salga, usó la puerta para salir, y se fue caminando tranquila para su vereda.

al otro día la crucé. apenas me saludó tímida, haciendo de cuenta que nada había pasado. al principio pensé que era una cortina de humo para que los vecinos no vieran nuestro lazo revolucionario, pero la repetición volvió su personaje realidad estable. así de contundente es la repetición.

algunos días después, me fui, sin pensarlo, a comprar un par y medio de remeras y un par y medio de boinas. fue en ese encuentro con la brillosa niña de la vereda hablándome de igualdad, que decidí volver a ser imagen y discurso puntuales y constantes. ni bien salgo del trabajo, cargando los ropajes que me tocaron en suerte, desprendo mi camisa, y dejo ver los rasgos del rostro inalterable del che. llego a casa, después de dos colectivos, abandono el portafolio y salgo a caminar el barrio. cuando me cruzo con stanza, saco rápido un habanito que llevo escondido, y empiezo a comerlo disimuladamente con mis dientes, mientras labios afuera cuelga con aire de estrategia guerrillera. interpreto el papel de cuando eramos niños. ella, he notado, hace lo mismo. ahora que el viento no la acompaña, tiene un ventilador de pie en la puerta de la casa, que, desprolijo, hace flamear la ropa, volar el pelo. quizá todo se trató de exaltar un anhelo de infancia, y, nuestra reunión, no fue otra que la reunión de una niña reviviendo a un niño cuyo crecimiento había hecho resignar. de todos modos, algo ansioso, día y noche, espero cruzarme con stanza en el quiosco. estuve pensando los pasos para hacer la revolución, y ya tengo algunas anotaciones listas.

me tiene ocupado lo acontecido aquella noche. los pensamientos rebotan de una pared del cráneo a la otra, como queriendo salir del atolladero en que se encuentran. si tan solo pudiese orientarlos por más de un instante a dios, si eso no me representara una terrible contradicción, todo sería diferente. ay, todo sería diferente.

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