sábado, 20 de diciembre de 2008

El mercado del oriental

De avellanas y bolsitas se empaña. Se dibuja de detalles interminables, el mercado del oriental del barrio.

Canta la señora y baila, mientras pichulea centavos eligiendo la manteca más barata.

Fabricio, el hincha de racing de senillosa, está cambiado. Seguro algo le anda pasando. Quizá, cuando venía para lo del oriental, se acordó de un poema que lo había desestabilizado en alguna etapa lejana o cercana de su vida y cerró los ojos. Quizá ese momento de distracción le llevo a patear un perrito que gimió, y eso le pesa.

Yo, mientras tanto, busco y busco, y no me explico por que todos los veranos pasa lo mismo. No hay oreo bañadas por ningún lado.

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