abierto
a vivir
porque
estoy
abierto
a morir,
ando
dispuesto
a escuchar
del vinilo
los dos
lados,
y si
un día,
iluminado,
aprehendo
la claridad,
será
porque
la oscuridad
me aleccionó
otro tanto:
me tentó,
pluriforme,
me dispersó
en el entramado
de los placeres
y me dejó
tirado
al costado
de una ruta
que no
lleva
a ningún
lado...
si el desierto
es el escenario
y el despojo
la condición,
estoy listo
para afrontar
como venga
la travesía,
sin alimento,
sin agua,
sin ropa,
sin compañía...
llevaré
la fantasía,
los recuerdos
medulares,
las lágrimas,
la alegría,
el cantar
de los cantares
de un invierno
epifánico...
en el centro
del pecho
un fuego
que no se
apaga
de un baldazo...
si me
intercepta
un balazo
por esas
cosas
de la muerte,
mientras
el cuerpo
se desplome,
reirá
mi espíritu
con la suerte...
el paso
será seguro
y a la vez
dubitativo
tendiendo
a sintetizar
lo cierto
con lo incierto...
la fe
y la piel
son un mismo
acontecimiento,
el corazón
es un desborde
que me embriaga
la percepción,
dios
canta
una canción
a la que llamamos
silencio
y en ella
hacemos eco
para tallar
nuestra condición...
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