1
tuc tuc tuc, tres pasos de sonido. Enseguida tuc tuc tuc tuc tuc tuc tuc tuc, Martín para, las piernas algo abiertas, compás sin paz frente a la puerta del último dormitorio, el más al cielo.
La llave gira, chorrean los nervios de Martín, Martincito, tincho, piluqui, ciruela, el ojos en la nuca, martancia. Esa fue la aventura de una mano, la derecha, de las llaves y la transpiración. De la excitación, la aceleración, la acción. La apariencia de unos pocos planos detalle.
La otra es la mano izquierda. Se ve en plano entero (el cuerpo entero en la pantalla), ciruela tiene las piernas algo abiertas, como un compás algo abierto, frente a la puerta, de espalda a cámara. Da medio paso con el cuerpo entero, dentro del plano entero, la mano derecha se oculta rápido delante del abdomen, el espectador busca ángulo, maniobra con el cuello, desiste, entonces los ojos van hacia la mano izquierda, esperan que la luz de acción de la otra refleje en ella, y se encuentran con un volumen colgante. Es… (se van a enterar en la próxima escena, la última, la que va a dar el último punto de expectación, y vaya si será última que transcurre en el último dormitorio, última historia de Martín que se arroje de cabeza en el piletón caliente de las imágenes, clavado que tiene dos escenas definidas: un pasillo y un dormitorio).
2
La puerta está abierta, piluqui parado adentro del dormitorio con una posición muy parecida a la anterior. La diferencia está en detalles y no vamos a ahondar. No hacen a la ira, a la desesperación, a toda emulsión, no hacen a la cara rígida, sonriente, satisfactoria, agente ¿¡de qué!?, del peluche de pato que cuelga, ahora hamacándose, del puño izquierdo de Martancia.
El pecho del pato emite sonidos, son palabras, detalles, todos los otros componentes sonoros son idos. Solo quedan palabretalles que sí hacen a la erupción que es Martincito en este punto: fue al último dormitorio, al más al cielo, ahorcando un pato, adoptó una postura base condensante, regó la alfombra, la nunca regada alfombra con su transpiración y la regaría si fuese necesario con regaderas contenedoras de cualquiera de sus fluídos. El peluche sin pilas, diciendo con el pecho, siendo impávido pato rígido:
“Imaginar un futuro
futúro
abstracto con tareas concretas.
Lo abstracto tiene tareas concretas.
El futuro abstracto
tracciona
el concreto presente.
El presente se construye constituye
de todo pasado acumulado
pasado por acá
más pulsión de época.
El futuro tracciona todo el pasado
toda pulsión.
El futuro se construye, Martancia,
de pasado acumulado más imaginación
voluntad, decisión, interpretación de pulsión,
imaginaciones, voluntades, decisiones, interpretaciones
de pulsión, el futuro aflora y tracciona,
flor mecánica, es el fu
túro con ojos en la nucuac
cuac cuac cuac cuac
cuac cuac cuac quiera
traerme acá como para que no
me escuche nadie
pero no será cuestión
que alguien me escuche y libere.
Yo soy pato y peluche, tengo años
siempre tuve cara igual hablo
con el pecho y sin pilas
soy cuac quiera
me pregunto por mí
pero más por vos:
¿Quién sos? ¿Qué son
todos esos apodos?
¿Tenés pila?
Yo no y hablo,
vos no sé y transpirás
llorás, subís escaleras
me ahorcás y pretendés
abandonar acá. ¿Dónde,
dónde, Ciruela, dónde?
La pila es lujo.
¿Qué pensás del tiempo?
¿El futuro tracciona?
¿Qué te producen
los patos y qué los peluches?
Somos el uno para el otro:
yo tu peluche pato abstracto,
vos mi humano concreto,
y como lo abstracto tiene tareas concretas
monologueo para encontrar mi propósito
ver si esas tareas son compatibles
con tu concreto mundo de concreciones
y les podés sacar algún rédito. Rédito redentor
de mi vida primera y última
justificación.
Quiero que me ames, que nos amemos
y que esa abstracción dominante
que es el amor se concrete en concretas
tardes de mates, enamorados mates,
y bizcochos, enamorados bizcochos.
Quiero conocer todo de voz
las múltiples caras
que dieron lugar a los múltiples
apodos. Algunos más cariñosos
otros más dañinos inventados
por personas que habrán recibido de vos
quizá el mismo estímulo de una u otra manera
de un u otro apodo y quiero conocer
tus apodos futuros
apodos que traccionan
tus pulsivos apodos presentes
tu cúmulo de apodos pasados.
¿Qué es ese rojo de tu piel Martincito?
¿Por qué seguís mojando la alfombra?
No apagues ya apagaste.
No te vayas ya te fuiste.
¿Me escuchás?
Martincho
¡Escuchame!
¿Me escuchás?
¿Cuál es mi propósito
ahora sumido en la oscuridad?
¿Cuál es ahora escuchándome
vos atrás de la puerta?
¿Por qué una puerta
entre nosotros tin?
¿Escuchás mi vos?
Yo escucho tu llanto
y la llave que gira.
Martancio
Qué futuro
tracciona este oscuro
presente este presente
sin nada oscuro y desabastecido
hay olores de un lugar no habitado
y cada vez más lejos tu llanto
que baja las escaleras.
¿Qué pulsión negra es esta?
¿Qué esta negra acumulación de pasado?
¿Me escuchás?
Si me escuchás hacé un ruido
fuerte desde abajo
a la cuenta de uuuno
doooos
treees.
Voy a contar de nuevo
Martancia con nuestro pecho
uuno
dooos
treeees.
Voy a contar abstractos números
que ya no buscan nada
y a vos en tu concreto mundo
de concreciones te representan
monedas para pagar el transporte
público: uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuunnnooooooooooooooooooo
doooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooosssssss
trrrrrrrrrreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesssssssssss
Voy a contar abstractos números
que ya no buscan nada
y a voz en tu concreto mundo
de concreciones te representan
concretos números
que siguen buscando algo:
uuuuuuunnnnnnooooooooooo
dooooooooooooooooooooooooooooooooossss
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