martes, 11 de febrero de 2014

La íntima armonía y el guiso universal

evoco la íntima armonía
para navegar el caos...

por eso dejarse impregnar,
por eso brindarse...

el cuerpo,
el espíritu,

actúan
fusionados...

eligen la acción
por sobre la inacción,

están fértiles,
activos,

y
a la vez
a la espera...

¿de qué?

de la primavera

que viene 

a representar
la vez primera

que te ví,

en la que 
el sol
se fundió
con mi Sí...


evoco
desde el pecho

la fuerza
para afrontar

la misión
de integrar

todo 
con 
todo...

hay 
que ceder...

que no es
a retroceder...

ceder,
dar lugar,

otorgar
la posición,

mediante
la superación

del reducto
individual...

alcanzar
esa experiencia,

revestida
de transcendencia,

dejar
la carcel
del yo

para poder
ser condimento
del guiso universal

que solo
se puede cocinar
en la medida que
nos dejemos
mezclar,

que 
salga
el jugo

para
componer 
algo más

a fuego
lento

jugo
de la reciprocidad,

del intelecto,
del afecto,
de la espiritualidad...

el guiso
universal

(que rige la norma
de todos los guisos
que cotidianamente
se engullan 
en cualquier hogar)


no conoce 
de purismos,

consiste
en la fundición
 
de todos
los condimentos

habidos
y por haber...

es decir,

los condimentos

predispuestos,

de toda temporalidad...

los que pudieron

sacar

su jugo,

los que quisieron,

los que se preguntaron,

lo que intentaron,

y comenzaron

a hurgar

en una intuición

tan alejada

de la educación 

convencional...

nada de esto
nos enseñaron 
en la escuela...

tuvimos
un seminario
de gastronomía

y nadie nos dijo
nada del guiso
universal...

nadie
nos advirtió
de nuestra
condición

de
potenciales
condimentos...

nadie lo dijo
y qué lamento...

yo 
yo yo,

decía 
la profesora...

 y nosotros
la estábamos
viendo

presa
de sí misma

queriéndonos
enseñar
a cocinar...
evoco
la íntima
armonía,

aquella
que va a
evaporar

toda ilusión
restrictiva,

toda niebla
integral...


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