jueves, 9 de enero de 2014

un hilo transparente

el niño preguntó al tío:

- ¿se puede, de alguna forma, ver el amor?


el tio respondió:

- pensá un hilo transparente que enlaza, atrae, desplaza, lenta, gradualmente, al justo medio... visualizá dos personas, y, entre ellos, la diferencia. ondulando por el rincón de la pantalla, entra en escena el amor. no se ve, es lo invisible. emite un sonido parecido al silencio, cantador.
la diferencia empieza a rebotar como si hubiese un terremoto, se agrieta, rompe, de adentro sale un hilo fluorescente que siguiendo el encanto comienza a ondular... no ve nada, oye un casi silencio y lo va a buscar, enfila, y, cuando se da el encuentro, se funde, se vuelve transparente, se anexa al hilo salvador.
las columnas vertebrales empiezan a ondular, es ahora el hilo el que se acerca a ellas, acudiendo a su llamado, borrándolas del mundo de lo aparente, cargándolas de una sensación tan intensa, tan gozosa que todos los rasgos se aflojan. en sus espaldas sienten ahora ríos de agua fresca que suben y bajan, otorgándoles vitalidad y buenaventuranza.
esa es la experiencia de dos amantes que han superado la diferencia por causa de su amor.


el niño permaneció impertubable, fue a decir algo y se calló... preparó una leche chocolatada. la bebió mirando por la ventana... volvió y dijo a su tio:


-
transparente, 
ondulante,

vino el amor 

a salvar 
la diferencia...

espolvoreó

su última
esencia

y todo
lo encauzó...

  en la alegría
atómica

surca
el espacio,

y siempre 

viene
entrando

por la esquina
del cuadro

si lo convoca

la plegaria
íntima

del corazón...



el tío sonrió.

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