jueves, 23 de julio de 2009

Para Marita

Estoy pensando,
Marita,
en estudiar astronomía.
Para escribirte unos versos
con unas metáforas
de lo más específicas.

lunes, 13 de julio de 2009

Ya no hay luz en esa vereda

No sé por qué cuando entré dejé la bicicleta atada a un poste de luz

y cuando salí se lo habían llevado; el poste

y la bici tirada en el piso con el volante descentrado a la izquierda

y tuve que apretar la rueda de adelante con las rodillas y hacer fuerza para la derecha

y me fui a casa con la bici al lomo, centrada

y más a la nochecita pensé que capaz un tipo andaba con su poste de luz encima y lo atornilló al piso para que no se lo roben

y ahí enseguida pensé que quizá había sido obra del escuadrón de asaltos imprevisibles

y después pensé que por ahí había sido alguien que clamaba oscuridad

y como a los tres días compuse una canción


Qué habrá pasado, oh oh
Con ese poste, eh eh
Qué habrá pasado, mi dios
No sé su nombre, eh eh

lunes, 11 de mayo de 2009

Crónica del egreso de un artista conceptual

Jimeno va a dar el último final de la carrera; disfrazado de huevo.

martes, 6 de enero de 2009

Pablo Valentín (cancioncita sin métrica)

Pata de palo, mano de anís,
casa de ajenjo, Pablo Valentín.

La señorita le regañó,
ojo de vidrio, este le echó.

Vino un centro, no cabeceó,
le preocupaba más un gorrión.

Y ahora es Pablo Valentín
el que se mofa de su gente,
porque llegó a ser presidente.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Ella

La ciudad inquieta, como siempre. De pronto, comienzan a caer bombas que desordenan el paisaje. Mueren todos los habitantes, incluyendo a Walter, el superhéroe de Merlo, y a su archienemigo, José Ignacio. Mueren todos menos ella. Sabía que era una persona especial, pero nunca creí que fuese tan especial.

martes, 23 de diciembre de 2008

Conversación

A: No sé, eh… preferiría saltear Tucumán.

B: Boludo, a Tucumán hay que ir sí o sí.

A: No tengo ganas, que sé yo.

B: Es que hay que ir… Yo fui el año pasado y no sabés lo que me pasó.

A: Contame.

B: Cuando llegué a la terminal, había, al menos, siete u ocho mujeres desnudas coreando mi nombre. Me llevaron en andas a un hotel de lujo en el que me hospedé cinco días sin pagar un peso. En el hotel conocí a Zidane, que había venido a Argentina por no sé qué carajo, y jugamos un fútbol tenis. Al sexto día me dispuse a seguir mi viaje. Lo único que hice fue comentárselo a una de las chicas que no tardo en venir acompañada para cargarme y llevarme de nuevo a la terminal. En Catamarca, Salta y Jujuy la estadía fue mucho más hostil.

A: ¿Te puedo hacer una pregunta?

B: Sí, dale.

A: ¿Me mentiste recién, no?

B: Sí…

A: ¿Conocés Tucumán, por lo menos?

B: Fui de chico con mis viejos.

A: No sé si tengo ganas de viajar con vos, che.

B: Entiendo…

sábado, 20 de diciembre de 2008

El mercado del oriental

De avellanas y bolsitas se empaña. Se dibuja de detalles interminables, el mercado del oriental del barrio.

Canta la señora y baila, mientras pichulea centavos eligiendo la manteca más barata.

Fabricio, el hincha de racing de senillosa, está cambiado. Seguro algo le anda pasando. Quizá, cuando venía para lo del oriental, se acordó de un poema que lo había desestabilizado en alguna etapa lejana o cercana de su vida y cerró los ojos. Quizá ese momento de distracción le llevo a patear un perrito que gimió, y eso le pesa.

Yo, mientras tanto, busco y busco, y no me explico por que todos los veranos pasa lo mismo. No hay oreo bañadas por ningún lado.