jueves, 1 de octubre de 2009

Helado ≠ Helado

Salíamos a caminar todos los días a las 3 de la tarde.
Íbamos contando la plata
que le costaba a nuestros padres
cada baldosa
(una baldosa: 2 centavos)
que pisábamos.

Nos reíamos de nuestro no aporte.
De las horas de oficina que nos habían pagado
la ropa,
el corte de uñas.

Ahora eso se apila y me agarra los tobillos.
Mientras camino.
Mientras subo al depósito.
Mientras pienso en cómo se me resignificó la palabra helado.




Parado atrás del mostrador,
veo pasar
todos los días
la misma cabeza de la misma piba,
flotando en la ventanilla del 103,
tipo seis de la tarde.

El tramontana es un éxito rotundo.

El ticket dice un montón de cosas que nadie lee
y tiene un diseño impecable.

A veces con un tacho en cada mano
me río de lo que le cuesto al señor Morezzo
cada vez que abro una puerta
(una apertura de puerta: 6 centavos).

Vení a visitarme un día.
Vení a visitarme
un día.

No te cuesta nada.

En realidad sí.

Pero eso
Es
Inevitable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso